No pudimos ayudarte, Sonia
No me refiero al desesperado intento de hallarte tras tu desaparición como intentaba en mi historia anterior, pues entonces ya un punzante presentimiento nos hacía pensar que no volverías, sino a lo poco que hemos hecho para evitar la tragedia. Mañana otra inocente víctima aumentará la insaciable lista negra de la violencia, ese mal que ha gobernado y gobernará a la humanidad, y yo sigo aquí sentado sin evitarlo.
El homo faber es también homo terribilis, y algunos de los instrumentos de sílex que adornan las vitrinas de los museos fueron en su día armas de destrucción que nunca fueron pintados en roca alguna quizás porque el sentimiento de culpa va acompañada a toda nuestra maldad, afortunadamente. Y desde ahí hasta ahora, un amplio abanico de formas de matar, torturar, extorsionar...
¿Por qué no existe una asignatura llamada PAZ en las escuelas? ¿Por qué podemos odiar en público y, sin embargo, debemos amarnos en privado? ¿Por qué hay guerras santas y formas de amar pecaminosas? ¿Por qué mi gobierno utiliza mi dinero para pagar invasiones? ¿Por qué hay tanta violencia doméstica? ¿Qué es lo que me impide coger una piedra y atizarle en la cabeza al primero que encuentre?
En tu muerte, Sonia, está el fracaso de esta sociedad que no supo prevenirla; y en ella entramos todos. Los que matan sí son animales, pero no cerdos ni alimañas ni buitres ni hienas: Son animales racionales, que debieron ser educados para no matar. Son como tú y como yo, y por mucho que nos duela reconocerlo esa misma condición es la que me da la esperanza de un mundo sin violencia. ¿A qué estamos esperando?
PD: Descansa en la paz que todos queremos, Sonia