El Peatón del Aire

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    El amor en tiempos del sexo

    Ocurrió hace unos años; era uno de esos momentos en que los chavales hacen sus tareas y tú aprovechas para terminar las propias. Dos chicas de 3º de ESO se acercaron a mi mesa con su libro de Ciencias abierto por el tema de la reproducción humana indicándome que había un error en el mismo, pues aparecía como método más seguro el preservativo, cuando ellas afirmaban rotundamente que el más fiable es el ogino.
    Ante la preocupación de las adolescentes bromeé diciendo que el mejor anticonceptivo es tomar un vaso de gaseosa... para aliviar las calores y evitar la cópula, pero aquello no convenció a una de ellas, que me contaba obsesionada qué pasaría si el preservativo se rompiera. Ante su candidez, sólo pude aconsejarla que evitara los que se expenden en las máquinas de los pubs, que hay que acudir a una farmacia y gastarse el dinero.

    Tenemos la suerte de vivir en los tiempos del sexo, del conocimiento de nuestro cuerpo. Las mujeres ya no están endemoniadas sino que tienen la regla, y la masturbación masculina tiene más que ver con la patología del “codo de tenista” que con la ceguera. Las enciclopedias y los teléfonos a la juventud te dirán qué es un orgasmo, las ventajas de tal o cual postura, la profilaxis del SIDA o las disfunciones del ciclo ovulatorio.

    Pero estas fuentes de sapiencia no citan los “efectos secundarios”. A Calamaro le dijeron sus amigos que no se enamorara la primera vez, y no les hizo caso. ¿Quién nos previene del amor? Sigo en contacto con una de las chicas de la anécdota, y me contaba lo terrible que sería para ella sentirse sola, sin su novio, y esa desazón la lleva a ser posesiva y celosa. Y me lo comenta como reprochándome que nunca le enseñé eso.

    “No veas tío cómo duele”, me decía otra chavala que atraviesa la adolescencia con el amargo hecho de la separación de sus padres. Como primogénita que es, le ha tocado ser fuerte y ayudar a su pequeña hermana. Si detrás del acto sexual va un pitillo, ¿qué ocurre cuando se acaba el amor? “voy a ser más yo, a disfrutar más de la vida”, me dice una buena amiga a cuya pareja se le acabó la gasolina sentimental. Buena respuesta.

    Tampoco hay que apenarse, pues como una antigua alumna dice: “no llores porque se terminó, sino sonríe porque ya sucedió”, ratificando lo que una vez dije. Prometer amor eterno es sólo música celestial, y no por cuestionar la duración del sentimiento, sino la fragilidad de la palabra de las personas: “Prometer hasta meter, y una vez metido, olvidar lo prometido” o, vulgarmente, “la política y la jodienda no tienen enmienda”.

    Cuanto menos curioso me resulta que todos acudan a mí en busca de alguna respuesta, como si un oráculo del corazón fuera; cuando en realidad soy como aquel jugador de golf que escribió un libro titulado “el golf y la madre que lo parió”. Quizás deba hacer eso: recopilar las mil y una formas en que se puede partir un corazón y editar en cartoné las experiencias de un pobre peatón que quiere sobrevivir al amor en tiempos del sexo.

    2003-09-18 04:11 | Categoría: | 0 Comentarios | Enlace

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