No queda sentido del humor, se ha perdido. O quizás hay quien nunca lo ha tenido y va de mala leche en mala leche y te pego un tiro por que me toca. Tener la razón, o mucho mejor, secuestrarla, extorsionarla y violarla al antojo de quien nunca se detuvo a leer esos pequeños inventos del
profesor Franz de Copenhague y pensar que cuando se ha extinguido el tiempo de las soluciones tradicionales, hay que dar paso a la imaginación.
Yo tengo grandes soluciones a los problemas mundiales al estilo de TBO. Por ejemplo, a todos aquellos que aman tanto a su tierra que matarían por ella los deportaría al polo norte a hacer cubitos de hielo, así ese ansiado territorio estaría libre de asesinos. ¿Acaso ningún fanático ha pensado en la vergüenza que deben sentir los árboles, las montañas y los pájaros que le rodean? Una buena temporada al frío, ¡y mano de santo!
Para acabar con el tabaco, nada mejor que empaquetar las cajetillas de la misma forma que envasan algunos cds, que no hay quien encuentre una mínima arruga para hincarle la uña. Además, los cigarros pueden ir desmontados, con las instrucciones adjuntas correctamente escritas en neerlandés, polaco, húngaro y chino. De regalo, un Zippo musical que al abrirse, toque el réquiem de Mozart. En dos días adiós a la nicotina.
Y para curar las enfermedades, nada mejor que ignorarlas, hacer como que no existen. Desatender las urgencias para que la gente no vaya, dar una comida malísima y poner a tres y cuatro enfermos en una sola habitación, llena de visitantes que no paran de gritar. ¡Ah! ¿eso ya existe? Pues me han plagiado la idea. ¿Y me dice usted que no funciona? ¡Vaya! Pero ¿Verdad que ahora no suena tan raro lo de los cubitos de hielo?