Nada te ofrezco
Tengo la impresión de no poder ofrecerte nada, de ser el límite, cuando tu presencia tiende a infinito, de mi corazón partido por ella. De vivir eternamente bajo el umbral que mide el cuanto de tus sentimientos y por mucho que sume nunca lo alcanzare; como un particular Aquiles acercándome infinitamente a tus labios sin tocarlos, quedando a la distancia de nada.
Nada de la que está forjada la frontera que separa dos colores del arco iris, la que habita entre dos partículas en el corazón del átomo. Nada que llenara al tuyo, o que tuviera hueco de ti en el mío. El efecto de la doble negación, una por lo que no nos une, otra por la que nos separa. Y otra más, por si acaso no sirvieran de nada. Dudo que tenga algo que te interesara.
Un mensaje de tiza sobre la nieve, un grano de azúcar en un desierto de sal, en un temporal la lágrima; es más, una vez te di un suspiro pero otros arreciaban y ahí quedó, en nada. La misma que entre dos galaxias mora. Todo un universo donde tejer, en cada inexistente oquedad, tu nombre con la dorada cursiva de un fotón. Apaga la luz, míralo desde tu ventana.
Yo, rey de la carencia, guardián del éter, duque del conjunto vacío y adalid de las causas derrotadas, te ofrezco mi tesoro de bolígrafos sin tinta y linternas con las pilas oxidadas, de colecciones de cromos incompletas y de tickets descuento que ya caducaran. No encontrarás a nadie que de tan poco provecho sacara. Todo te ofrecen otros, apártalo que estorba a mi nada.