¿Está usted de broma Sr. vendedor?
La moda masculina siempre ha sido átona y monótona: camisas de rayas y cuadros, a escoger entre las que te ajustan al cuello y las que se acoplan al cuerpo; y pantalones en la amplísima gama de dos, tres, cuatro y muchísimos bolsillos. Sin embargo estamos asistiendo a toda una explosión de creatividad, y ahora las camisas de cuadros o rayas se ajustan al pecho (del geipermán que lo tenga), y los pantalones... los pantalones tienen bolsillos (con la mala leche que gastan los fabricantes podrían quitárnoslo también).
Ahí estaba yo, entrando en una de esas macrotiendas de moda y mirando al tendido sorprendido, como preguntando a la dependienta dónde está la ropa de la de vestir. Porque no pensará que me voy a poner esos jerséis de lana gruesa con el cuello bocón y las mangas cortas (vaya forma más tonta de resfriarse), o esas camisas con pintarrajos. Sí señor, que uno ha llevado camisas de las más horrendas, pero esto ya clama al cielo. Qué poco arte hay que tener, y qué cara más dura para ponerlo todo tan caro.
Yo vestía "despreocupado", con unos pantalones vaqueros descoloridos de tanta lavadora, la inevitable camisa de cuadros (qué poco me gusta) y una cazadora de pana ya entrada en años, pero que al lado de las que deslucían los escaparates parecía nueva y sin darme cuenta iba a la moda. Porque la de ahora es la revisitación de todos los estilos, mezclados: deportiva con seria (¿no les recuerda a la coplilla con el chándal y los tacones, arreglá pero informal?); y a la tristeza de los tonos de otoño le doy dos brochazos de rojo intenso y tres lavados, y parece hasta novedoso.
No me cuela la moda de este año, y espero que no sea un síntoma de que me hago viejo. Por fin me hago la idea de una camisa... ¡treinta euros! ¡si sale a euro por cuadro! Huyo a la tienda de al lado, por la que ni siquiera miro el precio de artículos de calidad: Strategies Against Architecture I de Einstürzende Neubauten, Diminuto Cielo de Corcobado y Manta Ray, Manual de civismo de Victoria Camps y S. Giner, Memorias de un Homo Erectus de M. A. Rodríguez, y ¿Está vd de broma Sr. Feynman?, de Richard P. Feynman, que al fin lo encontré. Y es que lo bueno nunca pasa de moda.