¡Malditos sacos de carne!
La tercera parte de Matrix es también la enésima repetición del mismo tópico: un ser no humano aparentemente superior es vencido por un no se qué, un qué se yo del que hacemos gala los bípedos como usted o como menda. El amor, los sentimientos afectuosos que hacen que el hombre no deje arrumbada a la pobre damisela; o viceversa, que ella malvada y ladina se arrepienta de su mala condición y dé su vida por el caballero.
Si los extraterrestres, los monos o las máquinas se apoderan del mundo, su odio es terrible, y entonces sale el hombre, ese angelical ser que pinta corazones en los muros de los campos de concentración, desnuda con la caricia del napalm, y bendice las bombas que va a arrojar sobre civiles indefensos. Y siempre gana el amor, menos cuando algún desequilibrado como Orwell hace que ganemos por una infección a cero.
Buscar ejemplos en la naturaleza es muy peligroso, pues es tan extensa y amoral que no los legitima; pero por mucho que busco no encuentro bestezuela alguna aparte de los de nuestra calaña que muestre el más leve síntoma de manía al prójimo. Atisbos de afecto se puede encontrar, por ejemplo en los animalitos domésticos, pero ni al repelente perro del vecino se le observa ojeriza en el cotidiano acto de ladrarme insistentemente.
Llegados a este punto me pregunto si lo que llamo odio no es sino un amor exacerbado: a la patria, a la raza, a dios. La maté porque era mía Sr. Juez - confiesan a menudo - Ah, si fue por amor, queda usted en libertad - fallan demasiado a menudo. Por eso en las películas nunca se ve a un mechero quemando el dial a una radio, o una minipímer descerrajando la esfera a un reloj, porque las máquinas carecen de afecto, de amor.
En definitiva, si alguna plaga llegara a amenazar a la humanidad, a fe mía que gustosamente se quedaría a vivir con el resto de calamidades. Y ya se encargarían los hombres de pro de buscarle alguna utilidad para seguir amando de esta forma tan particular al de al lado. Ahora que lo pienso, ya entiendo lo de aquel socerdote que afirma que el preservativo no evita el sida ¡Eso es amor a la humanidad!