El arte de transgredir: how-to
transgredir.
(Del lat. transgredi).
1. tr. Quebrantar, violar un precepto, ley o estatuto.
Materiales
-Una norma o regla que nos irrite sobremanera.
-Ganas de que te guanteen la cara hasta el final.
-Un catálogo de hechos que refuten la ley a quebrantar.
-Un tribunal inquisidor que te condene.
-Opcionalmente: un conjunto de locos que te secunden.
Cómo empezar
Hay cientos, miles de normas dictadas en papel o mente. Todas están a nuestra disposición para ponerlas en duda: Un rey, la línea continua que me impide aparcar en esta calle, la inmigración ilegal, el hombre como lobo para el hombre, la imposibilidad de compartir amistad y amor, la teoría de catástrofes, o simplemente que los boquerones fritos no se pueden mojar en café con leche.
Una vez encontrada la norma que te patea el hígado, hay que recopilar o, en su defecto fabricar, un conjunto de certidumbres que sirvan de ariete contra sus pilares: Desayunar boquerones con café, encontrar contraejemplos a la catástrofe de naturaleza tres, hacer un estudio del tráfico de la calle, recopilar información sobre actos que fomenten la paz como camino, o demostrar que tras un beso puede seguir la amistad.
Elegir la regla
Hay que poner especial interés en la elección del precepto, puesto que encontrar uno que nos sobrepase llevará indefectiblemente al fracaso. Eso sí, hay que advertir que su contrarrecíproco no es correcto y es probable que la más majadera de las normas quede por los siglos de los siglos por muy versada que sea su prueba condenatoria (véase si no cómo perduran los horóscopos).
Por otro lado, hay que estar muy convencido del rechazo a la norma, ya que la disuasión será el mejor arma a esgrimir del dictador de la misma. No infrinjas una ley de la que no estés seguro de su invalidez (paradójicamente, esta regla que acabo de dictar ha sido violada repetidas veces). Sin embargo, la seguridad de nuestro convencimiento no puede llevar al fanatismo: nadie que encontrara asqueroso mojar boquerones en leche con café puede defender su validez.
La elección del conjunto de pruebas
El buen transgresor debe tener una sólida arma con la que combatir el rechazo. A mayor evidencia, más grande será el ataque en defensa de lo irracional. Sólo un buen matemático es capaz de verle el fallo a la teoría de catástrofes, y sólo con un sólido alegato conseguiremos que nos borren la línea continua de nuestra calle. Sin argumentos, la transgresión se convierte en charlatanería.
Basta una única evidencia para desmembrar toda una afirmación científica; sin embargo podemos tener una infinitud de pruebas contundentes y ser incapaz de derrotar a tu contrincante puesto que dependemos de nuestro concejal de urbanismo, de los gustos alimenticios de los demás o, simplemente, de la posibilidad de que tu amiga te de un beso para constatar el hecho.
La defensa ante el tribunal
El mejor ataque a una norma empieza por una buena defensa (chúpate ésa Napoleón): has quebrantado la ley, has transgredido las reglas. Por tu bien espero que hayas obrado correctamente. A Galileo lo condenaron teniendo razón, no esperes mejor trato de tus jueces. Un fanático daría el paso acusatorio sin fundamentos, un transgresor sabe lo que hace. En tu defensa, pues, se debe ver tu novedad, tu esfuerzo, no tu cabezonería.
Has invitado a boquerones con café a los conocidos, has conseguido una cita con el concejal de urbanismo, has besado a la chica. Ahora es el momento de quitarles la venda de los ojos, de que entiendan que Copito de Nieve se cargó la tradición de los gorilas negros, de que vean que una norma debe ser un consenso, no un dictado, que vean que tanto del esfuerzo de una persona cabal no puede emplearse en una astracanada.
El veredicto
No esperes que tu concejal tenga ganas de comenzar los trámites burocráticos para quitar la línea amarilla, ni que a todo el mundo le guste la mezcolanza fritos-lácteos, pero si crees en tu tribunal, en la persona a la que has dado el beso, quien te conoce y a quien has demostrado su lealtad ciega; entonces no debes temer, pues esa persona sabe que transgredir no es lo mismo que infringir, que en lo primero hay un sumo respeto a tus semejantes que no se refleja en lo segundo.
El mundo avanza con la transgresión, con Darwin, Galileo, Gandhi, Wilde, Leonardo, Fourier, Picasso y Cervantes; con la imprenta, la máquina de vapor, el hombre en la luna, Internet, la escuela pública y el derecho a manifestación. Su arte es difícil de llevar a cabo, requiere grandes dosis de paciencia y voluntad, tener el objetivo claro; y su éxito no siempre se ve recompensado. Si eres un transgresor, te deseo toda la suerte del mundo. La necesitarás.