Lo más desmoralizante de
pasear por el aire es ver cómo otros viandantes invitados a hacerlo, en vez de intentar subir un peldaño de gas, prefieren lanzar piedras al cielo - su propio tejado en definitiva-. Si te ha tocado en esta vida hacer de loco, aún siendo más cabal que el mejor actor de los cuerdos, te doy mis condolencias. A mí me tocó el de iluso ¿Qué tipo de locura te viene escrita en ese absurdo guión?
Se necesita una sóla huída para ser un cobarde, o varias gestas para ser un héroe. Y pese a que no sé cuántos actos requiere el loco para firmar su condición, sí que puedo afirmar que basta el adjetivo para que, hagas lo que hagas, nunca llegues a cuerdo en ninguna de tus acciones. Es del demonio la locura, y de la inquisición el deber de erradicarla con un buen escarmiento. De la hoguera a la lobotomía sólo hay un paso de compasión.
De locos es el título de esta historia, que a su vez circunscribe el cuadro
la piedra de la locura de El Bosco, y se traduce como
Maestro, saca la piedra fuera, mi nombre es tejón castrado
el más simple de los hombres -. A este supuesto mineral se le atribuía la
enajenación del hombre medieval, y a costa de ella muchos charlatanes curanderos sin escrúpulos edificaron casas de gruesos muros que guardaran su necia fortuna.
A una legión de
dos mil locos llamo a una intifada contra la sensatez. Piedras de la locura contra tanques de cordura. Embudos de la demencia contra yelmos de pragmatismo. No podemos dejar por más tiempo que nos pisoteen, que surquen nuestro cielo con sus
nubes con forma de pistola, que nos exterminen sin compasión. Deja el pan, que no te llamen tonto. Pídeles una razón, verás como no la encuentran.