Echaré de menos las paradas de los buses panameños en medio de su trayecto para estirar las piernas. Tres horitas desde Panamá a Santiago, y viceversa. Una paradita para comer dulces de huevito, o de coco, o esos suspiritos que tanto me gustan. Rápido, porque el bus siempre sale "a balazo".
A balazo me voy a despedir de Panamá, aunque he tenido mes y medio para hacerlo. Voy a echar de menos muchas cosas: los patacones, el ceviche, el bullicio de Via España, alguien que me diga "si mi amor" sirviendome el desayuno (no piensen mal, así hablan aquí), y tantos amigos que he sembrado acá.
Tengo la impresión de no volver al mismo lugar. No por mi gente, que está ahí, esperando pacientemente; pero llego a un mundo que no es el mío. Si poco me van los santos (y vuelvo en plena semana de pasión) y menos las guerras, imaginense la puñetera gracia que me hacen las dos juntas.
Yo no voté a Aznar, no me gustan los uniformes ni menos las armas. Ni me van los dioses ni creo en países ni en mártires. Qué hago yo en este mundo, a dónde me dirijo. Preguntaré a las azafatas si pueden dejarme en alguna nube, donde no haya ningún cielo, que suelen estar llenos de mártires y gente de mala uva.
Debo terminar esta historia, a balazo. Me voy a donde disparan mártires. Adiós merengues, huevitos, chichemes, suspiritos.
Hola mi suspirito, muchas felicidades por tu cumpleaños. Sabes que estoy en la celebración con vosotros. He salido un momento, que enseguida vuelvo... A balazo.