Como en cualquier otra tierra
Me ha llegado un mail muy curioso, pues en él se denuncia que los guionistas de las teleseries españolas siempre relegan a los personajes andaluces a papeles secundarios y de bajo nivel social y cultural: la chacha, el camarero de tasca o el portero del bloque. Inefables caracteres bajo el yugo del topicazo capaces de extraer al espectador una sonrisa o una lágrima, a partes a considerar por el cariz de la serie. Personas torpes, pero bonachonas; pobres, pero no miserables; falibles, pero humildes. Si les toca la lotería, sabemos todos que perderán el cupón y al final del capítulo seguirán tan contentos sentenciando que la única riqueza son los seres queridos y bla bla bla.
Supongo que, tras deglutir capítulo tras capítulo, un castellano - digamos - que venga a visitarnos a Andalucía se debe quedar pasmado viendo que aquí las chachas vienen de los países del este, los camareros tienen cada vez más colores y los porteros son electrónicos; como en su tierra, vamos. También los hay que son andaluces, como pasa en todos los gremios: fontaneros y médicos, conductores y empresarios, jefes y peones, hombres y mujeres, guapos y feos, buena ente y malafollás, humilde y cabrones, honrados y ladrones, enfermos y sanos, autóctonos y emigrantes. Eso sí, en agosto y bajo cuarenta grados a las cuatro de la tarde, no hay valiente que ose evitar la siesta; pero no por ello somos vagos.
Otra conjetura que planteo - debería ver más la tele - es que, para evitar ese síndrome de mocho, nuestro bienhechor gobierno autonómico nos bombardea una y otra vez con mensajes de una Andalucía totalmente distinta, con señoras de blanco impoluto investigando en un laboratorio, señores trajeados haciendo balances en sus modernísimos ordenadores, y niños en preciosas escuelas donde la única masificación se da en sus sanos bocadillos. Seguro que si al castellano anterior le dieran un agresivo tratamiento a base de propaganda institucional se llevaría una decepción al ver que aquí las señoras investigan, pero menos, y los niños se comen el bocata con sus tropecientos compañeros. Como en su tierra, vamos.
Para mí es un orgullo haber nacido en la tierra de Picasso, de Salvador Rueda y de María Zambrano, ilustres hijos del pueblo que vienen a contrarrestar a ignominiosos hijos de puta - por muy poca culpa que tuvieran sus madres -. De esos apenas me sé nombres, porque los libros de historia tienden a olvidarlos, avergonzados; pero yo creo que todos deberíamos hacer un ejercicio de humildad y reflexión y enumerarlos para no olvidar que no es necesario importar la barbarie. A ver, cabrones ilustres de Andalucía, que recuerde, fueron o son: Queipo de Llano, Antonio Tejero,... ¡vaya! se me quedó la mente en blanco, pero seguro que hay más, muchos más,... como en cualquier otra tierra.