El Peatón del Aire

Recuerdo que agonizaban los ochenta y yo iba, como cada quince días, a devolver los libros que había retirado en la Biblioteca de la Diputación de Málaga, y a coger otros. Ya me había devorado los pocos volúmenes de informática que descansaban junto a la ventana, y sentía curiosidad por los de otras disciplinas - hereje yo- que descolgaban de la estantería aneja. A partir de entonces aprendí que la cibernética surge del estudio de los animales, o que todo es fruto del azar y la necesidad - según Monod. Libros que mis compañeros de facultad ojeaban entre curiosos y asustados.

Fue allí donde descubrí al profesor Margalef, Don Ramón Margalef. No leí demasiado, lo confieso; pues un lego como yo se debe a lo que buenamente puede sonsacar de su lectura más o menos apresurada - en quince días, y a veces con los exámenes de por medio -. De él aprendí que el fondo marino es una gran ecuación diferencial, que la danza del mar es singular, y que la ecología no es lo mismo que el ecologismo. Apunté su nombre en mi memoria, junto a otros que compartían ácaros: N. Chomsky, S. J. Gould, R. Dawkins, P. Davies, y un largo etcétera.

Ayer me enteré que el profesor Margalef ha fallecido a los 85 años. Si viviera en Barcelona me hubiera acercado a darle un adios y un agradecimiento por sus enseñanzas. Sé que mis excompañeros de facultad seguirán sin saber quién es, como casi todo el país, pero nada más abrir uno de sus libros supe que me encontraba ante uno de los nombres del siglo XX de la Ciencia en España. Descanse Don Ramón, que su obra queda viva allá en aquel rinconcito junto a la ventana.