Un poco del oro de los locos
Hoy he decidido dar mi primer paso a ser un hombre normal: Me he comprado un cupón de la ONCE, de esos del premio “cuponazo” del 13 de Agosto, o sea, este viernes, que es cuando empieza la feria y el despiporre. La lotería y los juegos de azar son el oro de los locos del urbanita que espera, vanamente, ser un infeliz rico – infinitamente mejor que un infeliz pobre -. Seis millones de euros reza el billete, como para llenar el tanque de gasolina al menos una vez. Aunque tiene truco, porque para que te toque además tiene que coincidir la serie (desconozco cuántas, pero mi billete tiene el ordinal 26). O sea, como dice un amigo, más difícil que cagar en un termo (con perdón por la burrada).
Paso por el quiosquillo y me acuerdo de comprar el cupón (que soy capaz de dejarlo para el sábado y el premio le tocará a otro). Le pido uno para el sorteo del viernes, y claro, me dice “¿pero de qué número?”, indicándome las tiras de ilusiones a modo de mojamas con cara de pensar que me he caído de un olivo. Ciertamente no había pensado yo que tengo que elegir un número “bonito”. Hombre, algunas cifras de éstas en mi cuenta corriente no quedarían muy feas. “mmmmm, deme el 5”, haciéndome el “enterao” y apuntando al 63885, que era el que estaba en medio. Dos euros y medio menos y un mar de ilusiones. Hay que ser más avispados que la lechera y no usar cántaros.
Ahora estoy en la duda de si mi número es “bonito”, porque nunca he llegado a apreciar su belleza, que lo mío es el álgebra. Creo que con los dos ochos ahí en medio lo estropea. Si acaso no tuviera cifras repetidas. Porque, es curioso, la gente cree que es más difícil que se repita una cifra, cuando existen más números repetidos que lo contrario. Todos los números están en el bombo, pero el mío tiene que competir con la belleza de los otros, con los amuletos de sus compradores y con la puñetera potra del vecino del quinto, que nunca le ha dado un palo al agua y seguro que le toca. Existe una pequeña probabilidad de que pasado mañana me toque la lotería, pero saldré con la ilusión de que me toque una guapa chica, aunque sea un roce simpático solamente. ¡Difícil se lo pongo a la diosa fortuna!