El Peatón del Aire

A veces me pregunto qué vigencia tiene el llamado "espíritu olímpico" en la actualidad, donde la obsesión por ganar lleva a denigrar la competición con dopaje y sobornos. Lo importante no es participar, sino subir a lo más alto del vanidoso podio.

Sin embargo, lejos de los laureles hay grandes historias encerradas en pequeñas personas. Como la de mi paisana Dana Cervantes, de la que dicen que es capaz de eclipsar la Luna cuando sonríe en sus saltos. La amazona tuvo que emigrar de su Málaga natal porque aquí se habla mucho pero se invierte poco, y en Atenas tenía su primera oportunidad de llegar a lo más alto.

Aún la recuerdo fugazmente en las noticias, sonriente porque había pasado la fase previa. Lo tenía muy difícil, pero el tesón que atesora le hace subir cada vez más el listón y esperábamos que diera lo que siempre, lo mejor de ella. Sin embargo, Dana se quedó en último lugar, lesionada.

Ahora leo que sintió en los entrenamientos un leve dolor, y compitió a sabiendas que se estaba gestando una hernia discal. Tres nulos en forma de intenso dolor que la postraron en la camilla. Si hubiera tenido más intentos a fe mía que los hubiera empleado, aunque tuviera que arrastrarse para ello.

Dana vuelve sin el metal, pero con la pequeña gloria. La que le otorgamos los que reconocemos y admiramos su esfuerzo. Es mi campeona, la que un día dejó sus diamantes en el césped de Atenas para, estoy seguro, cultivar el oro en Pekín. Dana, no cambies: Necesitamos más guerreras como tú.