Puede que fuera causa del sueño, pero apostaría lo que me cuelga de la entrepierna a que ése era el desafío que una moza aceptaba ante una supuesta
máquina de la verdad en un infumable programa de Antena 3 en la madrugada de ayer. La cosa tiene su miga, tanto por la bellaquería de la pregunta como por la estupidez del método usado: Usar un polígrafo para ver el estado de un himen es como usar un telescopio como palo de golf.
Lo primero que me viene a la mente es qué me interesa a mí que esta señorita haya tenido o no relaciones. Es más, ¿qué hace esa señorita sin haber tenido relaciones y haber pasado de la veintena? ¿no sabe que en el mundo hay mucho hombre suelto? ¿Aún piensa que los niños los trae la cigüeña? Y la tía se atreve a ir a un programa de televisión, a que la vean todos: Mira una virgen, la dirán al pasar.
Y claro, ¿por qué no llamar a un ginecólogo que lo certifique? ¿por qué someterla a una prueba de la verdad? ¿y si la chiquilla no se acuerda? Que hay hombres que dan muy poco de sí y quizás, en un lance, pues ni se enteró la pobre. ¿Y si miente, y lo que parecía un virginal velo son telarañas? Entonces entendería que no usaran a un ginecólogo para la prueba. ¡Pobre del que se acerque ahí!
Me imagino nuevas preguntas para el polígrafo: Aznar afirmando que su bigote no es postizo, los hermanos Matamoro asegurando que son calvos, o el hombre del tiempo diciendo que va a llover. Podían coger a Saddam, enchufarlo ahí y que diga dónde esconde las armas de destrucción masiva. Lo peor es que la máquina diga que naranjas de la china, que creyendo que era mocita, la llevaron a la era...