Siempre me ha parecido muy interesante la filosofía de tasca, esa que predican los peones, albañiles y carpinteros a la inspiración de un chato, o dos, de vino. Aquí el pedrito variedad de moscatel propia de la tierra - ha dado siempre mucho que cantar, recitar y, como no, pensar; aunque esto último siempre ha tenido menos salida que las dos anteriores. Mas me encanta cómo se puede encontrar razonamientos que escapan al más insigne sabio y, por ende, al resto de acólitos.
Lanza en ristre en disposición de romperla, me dedicaba a conversar hoy con el guarda del parking donde duerme mi automóvil. Un futuro paciente de la enfermedad del pulgar de Nintendo, risueño por acabarse el último juego de la play, y de conversación muy estándar y masculina: fútbol y coches. Hablábamos de películas, no de
la última noche de Boris Grushenko, que era la que yo acababa de ver, sino de
Las crónicas de Riddick , que era la que él había visto.
Sinceramente digerí bien esta última película, dándole el beneficio de que los actores no iban a tener más gestos expresivos que el gruñido genérico y el qué malo y chulo soy; y que la trama llegaría tarde o temprano a hacernos una trampa. O sea, que es como el que le gusta la ensalada si le quitas la lechuga, el tomate, la cebolla... Yo comentaba algunos cuadros con mi contertulio cuando éste me soltó un razonamiento que aún me tiene helado: ¿te has fijado que en las películas de ciencia ficción no hay teles? ¡Qué futuro más aburrido nos espera!
Pues, ahora que lo dice, es verdad: Salvo algunas películas, ni tele ni radio, que hay que ser muy modernos y poner a Luis del Olmo hablando desde un oblongador no queda creíble. Entonces, ¿A qué dedica un storm trooper su tiempo libre? ¿Sería Darth Vader un buen presentador para el tiempo es oro? ¿Cuánto duraría un vulcaniano en Gran Hermano si tuviera que compartir casa con Will Smith (
Yo Robot) y Robin Williams (
El hombre bicentenario)? Realmente, el futuro sin televisión será muy pero que muy aburrido.