Textos sin tabúes, textos de Ciencia
Jesús tiene miedo. En su cabecita de catorce años rondan monstruos, espíritus y ectoplasmas dispuestos a martirizar su recién estrenada pubertad. Jesús me ha pedido ayuda, y lo hemos hablado en clase de Ciencias, que para eso está. Sus compañeros también lo necesitaban, tanto los que comparten el temor, como los que se mofan del mismo.
No es fácil arrebatarle a un niño los miedos sin que pierda parte de su inocencia. Con mis fantasmas también se fueron mis creencias religiosas, y me quedé solo en este mundo; crecí. Y viendo a Jesús vuelvo a ese transición. Recuerdo cómo un día decidí encender y apagar sucesivamente la luz de la salita para demostrarme a mi mismo que los fantasmas no existían. Seguro que estaba ante mi primer experimento científico.
Espero que la clase de hoy ayude a Jesús, que se quite la venda que cubre sus ojos, y que aprenda a ser un adulto. Si lo consigo, daré por bueno este cursillo de verano que estamos sufriendo los dos. Habrá aprendido ciencia, tarea que muchos licenciados aún tienen pendiente. Vivimos en el siglo XXI, hemos llegado a la luna, estamos descifrando el ADN, enterremos definitivamente los fantasmas.
Y los libros de textos deben ayudarnos a romper esas barreras; de la misma forma que ya se escribe que la masturbación no deja ciego, deben mostrar las falsedades de las supercherías, las mentiras de las medicinas alternativas, las sandeces de las sectas. Quiero para las futuras generaciones textos sin tabúes, textos de Ciencia.