Gente Joven
Mi abuelo decía que lo más inútil que se había inventado para la música era el jazz y la batería. Sin embargo yo sin ellos probablemente ahora estaría escuchando a cualquiera de los cantantes melódicos que inundan las radiofórmulas. Canciones de compositor trasnochado y rancios acordes, ejecutados en impecable son para una no menos cuidada puesta en escena. Éxitos de hoy, politonos para mañana y karaokes para siempre.
Artistas que podrían haber salido de aquel inefable programa, Gente Joven, después de la semifinal de tunas y antes de las votaciones. Rizando el ripio, rimando el rizo, o remando a favor de la corriente, nunca les verás dar un gallo, romper una cuerda, o provocar un mal acople. Al menos, en los setenta las letras tenían mensaje. Sin ira libertad para los músicos, pero para los compositores modernos cárcel incondicional.
Me pregunto dónde quedó el jazz y la batería, la distorsión y la rebeldía, el mensaje y los berridos, el pogo y los espontáneos. La industria ha conseguido dominar la movida y encaminarla, taparle los ojos al público con cantos de sirenas y sirenitos, todo un triunfo de operación. Y siento que lo peor de todo es que si ahora volviera el programa Gente Joven, sólo sería capaz de soportar a los frikis de las tunas. ¡Viva el top manta!