Ordenadores y violencia
Hoy una de mis alumnas ha aprendido una cuestión muy importante en informática: El ordenador no responde a ninguna muestra de violencia por parte del usuario. No pone la otra mejilla es ateo -, no responde a la agresión es pacifista -, y no mostrará signo de haberse enfadado es pasota- . Como mucho responderá estropeándose es delicado y caro, lo más importante de todo.
Esta especie de resistencia pacífica a lo Gandhi ha desquiciado siempre a los usuarios de todos los tiempos. Sobre todo a los de MSDOS, que nunca llegaron a comprender por qué había que teclear exactamente la palabra dir para que el estúpido ordenador hiciera una de las pocas tareas que sabía hacer, y que nunca admitía die, dit ni dirç. Un cabrón perfeccionista que no dejaría pasar una falta de ortografía, aunque la vida, a golpes, le fuera en ello.
Y es curioso, porque si nadie golpea a un tenedor cuando no logramos pinchar un guisante, ni a un compás cuando nos sale torcida la curva, no entiendo por qué hemos de tener esa afición a aporrear objetos inanimados como televisores, móviles u ordenadores; precisamente aquellos donde la electrónica fluye por sus vísceras y la delicadeza se antoja una necesidad.
Hoy mi alumna ha aprendido que la violencia no conduce a nada, para que luego digan que no damos asignaturas trasversales en clase. A ver si consigo que mañana extrapolen la lección al supuesto humano...