ETA no ha logrado matarme
Hoy es un día de fiesta en Málaga. Se celebra, como en toda España, el día de la Constitución; esa que tanto dolor y sangre nos ha costado porque, aunque no haya un partido independentista malagueño, aunque no lo repitan hasta la saciedad una y mil veces, aquí murió Torrijos por la democracia, aquí fuimos bombardeados y masacrados por Franco, su guardia mora y los italianos, y podemos seguir hacia atrás, hasta la Málaga mora invadida por los bestias del norte.
Málaga no es rencorosa, y por eso vive su fiesta en paz, cicatrizando la herida con un sol que no quería perderse la fiesta. Pero hay quien no lo entiende, hay quien vive del hastío, de la ira, de la muerte; y hoy han intentado matarme, como a miles de malagueños, poniendo una bomba en pleno parque, en mi parque, allí junto a los carricoches. Allí donde el árbol de la inocencia crece con fuerza junto a especies de todo el mundo. Justo donde me dirigía hoy, antes de decidir irme a patinar.
No lo han conseguido, no han conseguido matarme, como no lo hicieron otras veces. En mi barrio pusieron una bomba, junto a la antigua cárcel, y mi bloque se quedó a una manzana de que estallaran todas las ventanas. Tampoco lo han conseguido en otras ocasiones, con pequeños artefactos. No tuvieron suerte otros ciudadanos, como Martín Carpena, que tenía poco de héroe y mucho de persona hasta que unos desalmados le cambiaron el oficio a la fuerza.
Pero no lo han conseguido. La fiesta sigue, y me voy ahora mismo a almorzar con mi familia, porque es el mejor homenaje que le podemos hacer a quienes murieron por la libertad. Creo que me voy a pedir berenjena con bechamel, o una pizza vegetal. Bueno, ya veré.
PS: Mi casa es mi patria y mis cortinas son mi bandera.