Cuatro de La Vendimia
Puede que hoy parezca un día rutinario: Me he afeitado, desayunado, me he batido en duelo por los diversos atascos de la ciudad de Málaga, y ahora me encuentro en mi primera clase con mis alumnos que, eso sí me parece extraño, están muy calladitos. Los telediarios de hoy seguirán con su menú no vegetariano y tampoco nos vamos a librar de bajar la basura. Sin embargo, hoy es un gran día. Es el primer día.
Hoy es el primer día de la nueva vida de alguien que ha entrado hace poco en mi vida, y que no va a escapar fácilmente de mis garras. En el cuarto día del mes de La Vendimia del 210 de la revolución francesa, ha llegado su revolución interior: Sus células han desafiado y ganado al cáncer; ella ha ganado una batalla a esta guerra que tenemos perdida de antemano con la Parca. No es su primera victoria, y yo le deseo un duradero armisticio entre ambas partes.
Buena virtud es la humildad, más no por ello se han de dar méritos a quien no los ha demostrado. Me explico, y entro en terreno cenagoso: Si es la medicina, el avance médico, la obediencia del paciente y sus ganas de vivir la que han vencido a la enfermedad, démosle su cesáreo mérito. En este nuevo parto, al césar lo que es del césar; sin ningún tipo de intervención externa. ¡Felicidades amiga mía: lo hemos conseguido!
Modestia aparte, yo también me apunto el tanto. Y no me refiero a lo poco que he colaborado en esta pugna, sino en el infinitesimal apoyo al que, como ciudadano del siglo XXI, debo otorgar a la medicina. Tan pequeño e importante como la nada en matemáticas, el épsilon pequeñito y despreciable que todo aspirante a teorema ansía adoptar. Somos herederos del legado médico, y en nuestras manos está conservarlo y mejorarlo para las generaciones futuras.
Mi apoyo, el tuyo, paciente lector, y el de todos debe contribuir tanto económica como moralmente al avance de la salud. Por eso no soporto a los que recortan los impuestos, a quienes roban a la seguridad social, a los que ponen obstáculos supuestamente morales a la medicina, a los vendedores de falsos remedios a sabiendas, a los que practican el lucro con la farmacia. Toda mi repulsa a quien por obra u omisión ha colaborado con el enemigo.
Este es tu primer día, Cuatro de La Vendimia. Enhorabuena amiga mía, porque esta victoria te pertenece, el enemigo ha desaparecido, y en tu rostro vuelve a ondear tu sonrisa, la más preciada medalla al valor. Mas ahora debo fingir que es un día rutinario, mis alumnos ya empiezan a alborotarse, y es mejor que deje de escribir o me verán demasiado emocionado.