Mi mamá enseñándonos democracia
En mi casa nunca se come pan duro porque mi mamá dice que ya tuvo que comer bastante en la posguerra. Por eso para una emergencia siempre recurrimos a los colines, que carecen de la miseria de la moya seca. Tampoco aguanta la tiranía, que ya tuvo que soportar lo suyo con Tito Paco. De política entiende poco, lo suficiente para no soportar políticos como "el bigotes", "el curilla", o "el de los garbanzos". Quizás mi mamá sea siniestra "de facto".
El barrio donde vivimos está adornado por coquetas y florecientes tiendas. Esta prosperidad ha llevado a algún avispado comerciante la brillante idea de peatonalizarlo y convertirlo en un centro comercial al aire libre. Como su influencia se extiende al consistorio, ya hay un estudio avanzado sin haber consultado a los afectados. Los vecinos de uno de los barrios más poblado de Europa salimos perdiendo con el plan en todo los sentidos: obras molestas y pérdida de aparcamientos en una zona deficitaria, más el ruido que soportaremos por el trasiego de los clientes.
Pero mi mamá, que está harta del pan duro, se pateó el barrio desde la asociación de vecinos, donde no sabían nada; pasando por la asociación de comerciantes, a quienes cantó las cuarenta; y terminando en la junta de distrito, donde la recibieron atónitos cuando les entregó una instancia reclamando sus derechos. No es la primera vez que su voz arregla un bache o una farola; y ahora quiere evitar una majadería, con la constitución en la mano y el diálogo en la boca. La democracia necesita gente como ella para acabar con el pan duro y con el cohecho.
Mi mamá hoy saldrá de nuevo a hacer la compra, como las demás amas de casa. Pasará por la panadería, y comprará pan aunque tengamos la talega llena; y haciendo cola en los comercios exhortará a sus vecinas a parar el disparatado proyecto, y los tenderos la mirarán con recelo sabiendo que no le falta razón ni derechos. No soporta el pan duro, ni los atropellos y tiene la suerte de contar con un yerno panadero y un hijo que le rellena las instancias. En mi barrio, mi mamá es la que enseña democracia... ¿Y en el tuyo?