Perdiendo fieles a espuertas
Es el día después de la polémica canonización del Beato Escrivá de Balaguer, denominado por algunos "el santo del trabajo", pues era capaz de ser generoso y repartir el suyo entre los demás. Santo de la faena, que para eso creó la "Obra" y asfaltó su "Camino". Se lo curró bien, y ahora está en el cielo, aunque para hacerle hueco, tengan que salir unos cuantos de allí.
Me pregunto cuántos fieles puede perder la Iglesia en un fin de semana como éste. Cuántos dejarán de adorar a Dios y empezarán a rendir pleitesía a Ronaldo. Cuántas ánimas caerán en el oscuro Averno hastiados de que hasta en el reino de los cielos haya quien nace con estrella, y quien nace estrellado; quien es santificado por sus cardenales y quien irá al infierno lleno de ellos.
Pero a Dios no le hace falta una Iglesia para perder fieles, él sólo se los quita a espuertas; y el viernes estuvo haciendo una purga en Málaga. Una adolescente ha muerto de la manera más necia , otra ánima más de las páginas de sucesos que mañana envolverán ricas castañas, pero que hoy rodea del manto de la desolación a esta muy hospitalaria ciudad.
"¿Qué se supone que tengo que hacer ahora que tú no estás?", es la pregunta que se hace Pitu, su amiga. Retórica cuestión que me hace a mí también, su profesor. Y tópica e hipócrita respuesta que se supone debo dar. Si no creo en dios alguno... ¿Cómo puedo consolar su pena? ¿Cómo puedo aplacar la mía al ver que, en cambio, Augustos dictadores octogenarios no se van de aquí ni con agua caliente?
Con este departamento de marketing, Dios va a seguir perdiendo feligresía a espuertas. Porque hace falta mucho convencimiento para explicar ahora que la chica que nunca debió abandonar este mundo tan pronto y de tan insulsa forma está en un sitio mejor, con un feo señor con gafas comiéndole el tarro. El cielo debería haberla esperado un poco más, que últimamente está demasiado impaciente... hasta para canonizar.