Pues sí, hoy es mi cumpleaños. Veintiquince añetes, diez años y un día más que
el forastero, lo cual dicho así hasta parece una condena. Lo cierto es que no me asusta el número, porque ser libre te hace temer poco al tiempo.
Esta mañana una llamada con una canción de cumpleaños me ha despertado ¡a las 8:30! - hoy es viernes y no madrugo -; un detalle bonito y cabrón a la vez que sólo puede ser de cierta persona que conozco. Bellos son todos los detalles, desde un simple sms hasta una sonrisa.
Voy a dar una vuelta al mar. Hace un día precioso. Pasad y coger un poco de tarta y un sorbito de sidra.