El Papa y la Química
Que la Iglesia avanza a pasos de hormiga es un hecho constatado: aún no han averiguado qué sustancia echar al fuego para que salga el humo blanco o negro con nitidez y el resultado es de un gris pasmoso. Se conoce que no han hecho suficientes pruebas echando cosas y gente a la pira para experimentar. Dominan tan poco el método científico como la tecnología, papamóvil aparte, y por eso se comunican con lo que venden, humo.
A la hora de la fumata blanca yo estaba dándole a la química inorgánica. Con la misma irracionalidad estaba inculcando cómo formular de tres formas distintas – tradicional, stock y sistemática – cualquier combinación binaria. Mis alumnos conocen ya tres formas de nombrar algo que ni siquiera saben el color, estado ni forma en que se presentan en la naturaleza. Bueno, excepto del hidruro de oxígeno y del óxido de hidrógeno, quizás, del que dicen es inodoro, incoloro e insípido.
Insípido desde luego es el tema. Creo que es básico aprender las formas en que se unen los elementos, incluso alguna valencia y el porqué de éstas. Pero de ahí a recitar todas las posibles posturas de este kamasutra atómico de todas las formas imaginadas por el hombre me parece una burrada, una salvajada y una locura (se me ocurren más de estas tres). Y todo ese tiempo perdido cuando el oso toca el pito y perico pasa el plato lo podían estar invirtiendo en experimentar, quién sabe si obteniendo vapor de agua.
Religión y ciencia, el huevo y la castaña, el dogma y la razón, el papa y la química... ¡A veces uno está obligado a vender tanto humo!