El Peatón del Aire

Hoy la Luna baja de su pedestal para jugar a acariciar el horizonte con su mentón de plata. Me la imagino bromeando e incitándonos a dar un salto para llegar hasta ella. El agujero que hará en el cielo provocará la mayor de las siluetas que yo recuerde, y que mañana el sol remendón tendrá que volver a tapar con hilo de luz. Una buena excusa para apagar la televisión y salir a la calle a contemplar tan bella estampa, sin cortes de emisión ni publicidad, hasta que el cuerpo aguante o la noche expire. Lo que daría por ser amante en semejante ocasión.

Alguien inventará historias de seres fantásticos que aprovecharán su nocturno reinado para salir a satisfacer sus más bajos instintos, otros pasarán de largo en el más doloroso de los menosprecios; y las ciudades, envidiosas, encenderán poderosos candiles para disimular su fulgor. Mas quien de verdad quiere a la luna irá a contemplarla sin prejuicios, admirando el trozo de roca que un día fue arrancado de este planeta, como un desgajado corazón que mira atónito nuestras miserias.

Yo creo que iré a un bonito rincón en la playa, donde su reflejo deja su firma dorada en el mar, borrándose y volviéndose a estampar a la velocidad del instante. Me llevaré la cámara, con la agridulce sensación de que ningún dispositivo será capaz de captar todas las sensaciones que en ese momento se producen. Cuando estemos cara a cara, le diré que yo hoy también quiero estar enorme para ella. Ambos sabemos que es un efecto óptico, ¿acaso un guiño no lo es?