La guerra de los mundos Vs El calentito
Ayer tuve sesión doble de cine. Tenía muchas ganas de ver “El Calentito”, la nueva película de Chus Gutiérrez, y un poco de curiosidad por ver cómo Spielberg fusilaba el clásico de H. G. Wells “La guerra de los mundos”. He de advertir al lector que mi juicio no va a ser todo lo objetivo que deseara, aunque en mi descargo diré que durante el visionado procuré darle el beneficio de la duda al americano.
Sé que hablar de directores está mal visto en esta época. A las pelis se va a ver al guapo o guapa de turno; por eso supongo que Tom Cruise hace el papel de Tom Cruise, guapo, chulo, un poco desastre, pero el tío perita self-made-man yanki. Es curioso, pero no creo que Cruise pudiera hacer con dignidad ninguno de los papeles del film de Gutiérrez: no daría la talla de punki, ni de picoleto, ni siquiera de manager guaperas y cabrón.
Si el prota es así, el resto del elenco ni te cuento: Una exmujer que ha preferido la comodidad del nuevo marido, que pese a ser más caracartón y menos chulo, le va a dar la estabilidad que merecen los niños (primera moraleja). Estos tienen que ser la parejita: el niñato adolescente que tiene que ser más yanki que el padre (segunda moraleja), y la niña pequeña que es la que le va a dar un poco de vidilla a la peli, más por sus gritos que por sus espasmos. También tenemos a Tim Robbins en el papel de típico conspiranóico de la América profunda, pero se nota que en el montaje Spielberg ha sacrificado una buena escena a favor de lo políticamente correcto.
Rodearse de buenos secundarios es algo muy importante, y Gutiérrez lo ha conseguido derivando la historia de este grupo de chicas, las sioux (claro guiño a Siouxsie & the Banshees) en un mundo delirante y cambiante como el de la transición española, justo en el esperpéntico 23-F. Y se refleja muy bien la opresión de la aún clásica institución familiar, el abuso de poder de los cuerpos armados, y las ganas de libertad de todos, sin el flagelo de estar haciendo nada malo, simplemente ser uno mismo.
Uno mismo... ¡como si a Spielberg se le pasara eso por la cabeza! Las alusiones constantes a la patria dan asquito: “si los bichos asquerosos estos nos están dando a los putos amos del mundo, imagínate cómo tienen que estar poniendo a los asquerosos moros; menos mal que en esta tierra no invade nadie más que los invasores blancos, y no extermina nadie más que los exterminadores blancos” (ahondando en la segunda moraleja). Chus Gutiérrez también tiene su momento patrio, cuando aparece el rey, mas su mensaje se diluye como algo necesario, puesto que da fin al golpe de estado (esto no es un spoiler de la película ¿eh?).
Me queda una moraleja más: Dios es bueno con los hombres blancos y gracias a que éstos contaminan tanto, los bichos se mueren del asqueroso aire viciado. “Menos mal que no firmamos el protocolo de Kioto”, pensaría Tom. Y la espichan con muy poca gracia y menos emoción, eso hay que decirlo, pero el tiempo apremia y aún nos queda poner la escenita final de la familia feliz ¿O es que alguien piensa que aquí va a morir alguno de los buenos? ¡Ni un rasguño! También tiene “El calentito” un final feliz, como no podía ser de otra forma este canto de libertad: para amar, para cantar, para vestir, para ser.
Voy a ser benévolo y le voy a conceder un párrafo bueno a Spielberg. Bueno, mejor no, que bastante dinero gana para ponerme marcianos que se parecen demasiado a todo lo que ya he visto, desde esas lámparas de diseño del filme original, hasta los AT-ST en plena batalla de la luna de Endor. Vale, sí, me gustó cómo se narra el principio del desastre cuando los atónitos ciudadanos no huyen despavoridos sino que la curiosidad les hacía arremolinarse por el escenario; lo que le da un buen efecto que, por desgracia, se pierde con el metraje.
Sobre “El Calentito”, pues incluso le gustó a la despistada pareja que tenía a mi lado. Aún no entiendo por qué fueron a verla, pero les aplaudo que se dejaran llevar por la película (y se fueron muy satisfechos). Necesitamos una revolución de público, manifestarnos en contra de estas tomaduras de pelo de Hollywood, y exigir guiones originales, o unas buenas adaptaciones. Sangre nueva que sepa interpretar más allá de su nombre y su careto, y alguna que otra teta (preciosas y naturales en el filme español), que uno está harto ya de tanta violencia y tan poco amor.
En la peligrosa moda del “remake” ahora toca turno a Tim Burton con “Charlie y la fábrica de chocolate” y a Peter Jackson con “King Kong”. A estos directores les otorgo total confianza, pero siendo dos películas especiales para mí, miedo me da el visionarlas. ¿Se imaginan en España haciendo versiones de películas antiguas? ¿Se imaginan el remake de “aquí viene el condemor”? Estos yankis... ¡si es que no respetan ni lo más sagrado!