El Peatón del Aire

Ayer fue una de esas noches en que alguien sobrepasa su límite, y se pone malo. Con la mala suerte que ocurrió cuando los demás amigos se habían marchado y sólo estaba yo con él.

Me costaba mucho trabajo tenerlo en pie para llegar al coche, y cuando cogí el vehículo para maniobrar y que entrara, un chico de color negro nos ayudó desinteresadamente. Antes ya había discutido con los porteros de un bar para que le dejaran entrar (parece ser que por su color no querían) y compró un botellín de agua de su dinero para mi amigo.

No me quiso responder cuando le pregunté su nombre. Le agradecí enormemente su esfuerzo desinteresado y nos dimos afectuosamente la mano. Así que desde este pequeño rinconcito de la blogosfera quiero agradecer públicamente su ayuda, y confío en que pronto le sea recompensada.