La TIA y la madre que parió al rapero
Llevaba varios meses esperando el estreno de la gran aventura de Mortadelo y Filemón, evento que ha compartido cartelera con la también nueva 8-mile, más conocida como la película del rapero Eminem. Dos películas muy distintas basadas en un mundo de perdedores natos ridiculizados hasta el esperpento vistos desde la perspectiva de culturas muy distintas: la nuestra, y la que nos quieren imponer.
Perdedores natos como Mortadelo y Filemón, ineptos totales que nunca dan una a derechas. Atractores de todo gafe que nos transmiten toda clase de sentimientos: risas, alegría, piedad, lástima... Quizás su mayor ilusión sea tener un día de carne y hueso, con la rutina que nos invade y a la que queremos escapar precisamente leyendo sus desventuras, agradeciendo quizás que nuestra vida no pase por tan desquiciadas viñetas.
Más desquiciado se me antoja el mundo que pretende vendernos la película 8-mile. Su escaso guión es similar a la calidad de los valores humanos de sus personajes, que se reduce a una cuestión: el dinero. Una obsesión que convierte a los hombres que no lo tienen en perdedores, a los que lo poseen en triunfadores, y a las mujeres en putas, independientemente de lo que lleven en su monedero.
A mi juicio, la españolada le gana en todos los terrenos al pasquín imperialista; Es más, me atrevería a aventurar que las tribulaciones de los Técnicos de Investigación Aeroterráquea (T.I.A.) son más verosímiles que los combates de mala rima y peor humor entre raperos a los que más les valdría haber echado unas partidas al Monkey Island para aprender a insultar con propiedad.
¿Y el mensaje? Miedo me da ver a la muchachada bonito palabro para ponerme moralista intentando matar por el compinche, partirle la nariz al rival o desconfiar de la chicas. Sólo así se deja de ser un perdedor. Hay que reflejarse en Eminem, y no en Mortadelo y Filemón. Hay que ser ganador, como el rapero y la madre que lo parió. Por cierto, ¿qué hará Kim Bassinguer para seguir tan guapa?