Si mañana esperas una caja carísima de bombones Godiva, o una docena de rosas rojas, seguramente no tengas ganas de seguir leyendo estas líneas.
San Valentín se cierne sobre nosotros, y aquellos que no tenemos nadie especial a nuestro lado nos vemos irremediablemente abocados a recordar nuestro estatus a cada momento. Nunca se dice...pero al final algo malicioso y sutil nos lleva a sentirnos como si fuéramos inferiores.
Por supuesto que nos gustaría sentirnos amad@s, por supuesto que nos gustaría sentirnos el Valentino de alguien especial, pero no por carecer de ese privilegio nos gusta que se nos trate como ciudadan@s de segunda.
San Valentín: el día de las cajas con forma de corazón, las flores y las cenas románticas en restaurantes de moda...el día de alquilar Titanic (siempre y cuando no la hayamos comprado ya) y acurrucarse sobre el amado mientras Rose y Jack empiezan a ponerse azules de frío en las abiertas aguas del Atlántico.
Para algunos de nosotr@s San Valentín es sólo un día más para estar sol@s. Durante 364 días al año podemos ignorar todas vuestras pastelosas muestras de afecto, y pasar de largo por delante de las tiendas de caramelos sin sentirnos nada excepto golosos. Pero no el 14 de febrero...
No...en ese día tan "especial" nos bombardean con amor, amor y más amor desde todos los flancos posibles. El mundo mantiene conversaciones románticas, elabora planes románticos, degusta recetas románticas, pero inevitablemente, en lugar de encontrar a aquella persona que nos espera para robarnos el alma y el corazón con un tenue "te amo", terminamos escuchando a los que nos rodean aquello de "¿todavía sol@?...ufff"
En los restaurantes puedes ir acompañada de un buen libro, pero nada en este mundo te salvará de la lastimosa mirada del maitre al preguntar "¿Mesa para ... UNO?"
Tiene que haber una cura, al fin y al cabo el día de San Valentín es una plaga que nos afecta a todos.....
¡Cupido...al paredón!
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