Cuenta Kiko Veneno en
“si tu, si yo” lo ridículo que es la violencia: ¿qué hacemos peleando pudiendo estar unidos? ¿cómo empezó todo? ¿quién tiene la culpa? ¿qué solución tiene? ¿por qué hay dos bandos? ¿por qué no estás dispuesto a ceder? Si no te hubiera plantado cara ¿me habrías respetado? Si prescindiera de mis armas ¿me atacarías?
Mucha pregunta veo yo para tan poca respuesta. Puede que no existan, o que sean irrelevantes. Lo importante es parar la violencia ¿no? Es aburridísimo ver cómo todo el mundo esgrime argumentos como espadas, y el acero cuando carece de ellos. La razón es tan libre que no se casa con nadie. Cornudo marido fuere el que la tuviere, se me antojaría decir.
No astado, sino hasta los mismísimos estamos los ciudadanos de a pie de los esbirros de a tanque. Queremos hacer el amor en todas sus acepciones y no la guerra. Basta ya de violencia, que somos mayorcitos ya para ir dando excusas. El fin de la violencia comienza por mirarse uno mismo y pensar: Si yo no hubiera sido tan americano, quizás tú no fueras tan iraquí.