Cuatro y Quince
Cuatro y quince de la madrugada, nunca es tarde para escribir, palabras que no dicen nada. Quien no dedica el tiempo a dormir, en su mente algo cabalga, galopa o desboca; que los sentimientos sin doma han de ir, salvajes, sin espuelas. Los míos en el establo ahora cocean la puerta vanamente, sabiendo que en poco cansarán y la hipócrita calma volverá a dominarlos.
Cuatro y treinta y cinco de la madrugada, algún otro loco, a esta hora, en la ventana asoma, contemplando el cielo, el aire que hoy la bruma exhala. Vamos amigo, la cama aguarda, dejemos que el cansancio nos invada, que suene la claqueta, y nuestros sueños comiencen a rodar una nueva película que nunca se cumplirá.
Cuatro y cincuenta de la madrugada, es hora de publicar o el tenebroso insomnio de mi mente se apoderará. Mañana, mis ojeras, esta historia rubricarán. Dulces sueños.