El Peatón del Aire

La que hay que tener para asignar al servicio de urgencias del SAS en la ciudad de Málaga a UN SOLO ATS un domingo por la noche. Un pinchaculos para seiscientos mil habitantes. Un profesional, como la que ayer acudió a mi casa CINCO HORAS Y CUARENTA MINUTOS después del primer aviso, que no sólo tiene que soportar el estrés de trabajar a destajo, sino también las airadas quejas de los sufridos usuarios.

Un simple pinchazo, eso es lo que suplicaba mi madre mientras toda la casa le daba vueltas. Sus vértigos no la iban a matar, pero eran demasiado molestos como para permanecer en el olvido de los chupatintas tanto tiempo. Tanto como que decidimos acudir a una clínica particular, que en veinte minutos ya habían solventado el asunto por veinticinco aliviadores euros que ahora deberían devolvernos los del SAS.

Y lo peor de todo es el descaro con que acometen semejante tropelía, pues a la tercera llamada nos enteramos del problema. Si el sistema sanitario no da para pagar más personal cualificado – cosa que no me creo ni fluyendo cantidades ingentes de alcohol por mis venas -, que se empiece a eliminar el no cualificado, del que dicen hay más que paquetes de algodón hidrófilo.

Eso sí, “para el SAS, el ciudadano es el centro y protagonista del Sistema Sanitario Público Andaluz”. Y para ello se han gastado el dinero de los ATS que faltan en Málaga en autopublicitarse y hacer una encuesta que dice que los usuarios están muy contentos con la labor de la entidad pública – por cierto, que esa encuesta tiene cinco opciones posibles, lo que tengo entendido está mal hecho, pues la gente tiende a contestar la opción del centro.

Tan triste como cierto, los desvergonzados seguirán captando votos y trepando por nuestra fibra más sensible, jugando con nuestra salud de esa forma. Nada malo les deseo sino esa desagradable sensación de flotar durante unas malas y perras horas sin auxilio alguno. Ese malestar en el estómago y la cabeza que les hiciera volverse atrás cada vez que se le antojara hacernos una reducción de derechos como la de ahora. No sería venganza, sería justicia.